martes, 29 de enero de 2013

Motivación para empezar con buen pie

Estos marcianitos sirven como inauguración para mi página web. Una página que he creado con gran entusiasmo y durante todo el proceso he aprendido una gran cantidad de cosas interesantes.
Espero que disfruteis de este vídeo y os aporte la misma energía y motivación que a mi:


martes, 22 de enero de 2013

Ser el dueño de tu mascota sin morir en el intento



Existen multitud de especies animales que se pueden tener en una casa como mascota. Desde las más típicas como los perros o los gatos, que históricamente han convivido con los humanos en las casas, hasta los animales más exóticos como los cerdos vietnamitas, los escorpiones o los tritones.
¿Qué supone tener un animal en casa? Responsabilidad pero también compañía. Como es bien sabido, antes de adoptar o comprar una mascota lo primero es conocer las características y peculiaridades que pueda tener. Y, lo segundo, es estar seguro de que, pase lo que pase, se va poder atender en todo momento.
Tener una mascota en casa nos ayuda a mantener vivo nuestro sentido de la responsabilidad. Un animal no puede valerse por sí mismo por lo que necesita de nuestra atención a diario y varias veces en el mismo día. Ya que se encuentra en nuestro hogar éste se convierte en su hábitat con lo que no puede obtener comida por sí mismo ni tampoco puede salir de casa como cualquiera de nosotros. Debemos asegurarnos de cubrir sus necesidades primarias de supervivencia.
Además, también hemos de educarlos, especialmente en determinados casos. Si conviven con nosotros y forman parte de nuestra vida tendremos que enseñarles lo que pueden hacer y lo que no. Esto requiere, por nuestra parte, tener clara la idea de disciplina y ser firmes, además de ser pacientes y persistentes. Quizá no requiera mucho tiempo a largo plazo pero, al principio, sí que será un proceso constante en el que deberemos estar muy atentos y ser firmes en aquello que queramos permitir a nuestra mascota. Si somos laxos e inconsistentes en un primer momento, el trabajo de la educación de nuestro animal de compañía se dilatará en el tiempo y no será fácil de concluir.
En una familia debe haber un dueño claramente establecido. Todos en la casa deben educar a la mascota pero, por encima de todo, debe sobresalir el dueño a quien obedecerá antes que al resto de los miembros familiares y a quien, en caso de duda o incongruencia, recurrirá el animal. Esto es un dato a tener en cuenta porque no siempre quien se hace cargo de su cuidado es a quien el animal reconoce como su dueño.
Y, ¿qué nos aporta tener un animal de compañía en casa? Además de todo el trabajo y la incomodidad que supone tener un ser vivo en casa que parece un eterno bebé, existen otros aspectos positivos que le ganan la partida a lo negativo. Una mascota puede ser una fuente de bienestar para las personas. Si cuidamos adecuadamente de ellos nos veremos recompensados por el cariño y la incondicionalidad que nos muestran. Principalmente algunas especies, son muy cariñosas y sensibles a los afectos con lo que sentiremos una reciprocidad en la interacción con ellas.
Dedicar un esfuerzo a cuidarla y educarla aumenta nuestra autoestima porque al ver el resultado somos conscientes de que lo hemos hecho bien y que ha valido la pena. Nos sentimos útiles porque somos capaces de cuidar a otros con lo que, se supone, que también lo podemos hacer con nosotros mismos. Además, ese cariño que nos demuestran nos hace sentirnos queridos y parte importante en la vida de un ser vivo.
Por otro lado, el hecho de tener que hacernos cargo de todas sus necesidades supone que aprendamos a organizarnos y a gestionar nuestro tiempo mejor para que esté bien atendido. Pero, también, que podamos hacer nuestros deberes como ir a trabajar o dedicar tiempo a nuestro autocuidado.
Además, una mascota nos hace compañía porque interactúa con nosotros y nos obliga a ponernos en marcha. Muchas veces estamos aburridos y no sabemos qué hacer. Tener un animal en casa nos fuerza a salir a la calle para pasearlo y su demanda de atención nos evade de nuestros propios pensamientos. Jugar con él hace que las preocupaciones desaparezcan aunque sea por un breve periodo de tiempo. Nuestra atención se aleja de lo negativo y nos permite disfrutar de una actividad agradable que nos recarga las pilas. Lo podríamos considerar como un efecto antidepresivo natural.
A pesar de los beneficios y posibilidades de aprender y crecer como personas debemos tener claro que tener con nosotros un animal de compañía no puede suponer una fuente de estrés. Por ejemplo, si es un regalo o un capricho de otra persona no debemos asumir su cuidado como una obligación sino que deberemos reconducir la responsabilidad a su verdadero dueño. Si se trata de un regalo para nosotros debemos estar seguros de que lo queremos y, una vez que lo hayamos decidido, afrontar todos los inconvenientes que pueda conllevar.
Si no estamos seguros de ello, podemos dejarnos superar por el agotamiento y el estrés y comenzar una mala relación con nuestra mascota que puede terminar en el maltrato o en el abandono, lo que repercutirá negativamente en nuestro propio autoconcepto.

martes, 15 de enero de 2013

¿Por qué nos gustan tanto las rebajas?



Se vaticina que con la crisis las rebajas no van a tener tanto éxito y que el consumo va a descender. Pero como cada año por estas fechas, las tiendas (especialmente de ropa) se encuentran llenas de gente por todos lados y para comprar algo hay que esperar una cola inmensa. Es posible que se note un descenso en los ingresos de los comercios pero lo que no es posible es que dejemos de consumir y mucho menos en rebajas. Y es que queramos o no las rebajas nos atraen y no sólo a las mujeres.
Puede que el consumo no sea tan grande en cifras y que muchas personas sólo acudan a las tiendas a mirar a ver qué tipo de chollos pueden cazar y que cuiden mucho más la salud de su cartera. Y puede, también, que las grandes colas antes fueran para comprar un gran número de artículos y ahora sólo nos llevemos uno o dos. Pero la realidad es que si entramos en alguna tienda, aunque sólo sea por curiosidad, antes o después acabaremos llevándonos algo a casa justificando que lo necesitábamos o que llevábamos mucho tiempo buscándolo.
¿Por qué ocurre esto? Lo primero, porque nos encanta tener cosas nuevas, la novedad es algo que atrae inevitablemente al ser humano. Además, cuando se acerca la época normalmente aplazamos las compras diciéndonos: “a estas alturas ya espero hasta las rebajas”. Con ello entramos en un periodo de espera que nos hace ilusionarnos y divagar sobre esa cosa nueva que aún no tenemos. Aunque no tengamos claro lo que queremos el simple hecho de imaginarlo ya nos crea expectativas agradables. Y si tenemos que esperar por algo que queremos cuando llegue el momento lo vamos a disfrutar mucho más.
Lo siguiente, el precio. Suponemos que en rebajas los precios son más bajos y, por lo tanto, creemos que podemos comprar más cosas con la misma cantidad de dinero. Y mejor que estrenar una sola cosa es poder estrenar dos, tres o más. Esto se ve reforzado por las intensas campañas publicitarias con que nos bombardean ofreciendo lo imposible, lo mejor de lo mejor al precio más bajo.
La decepción llega cuando los precios no son tan buenos como esperábamos. Pero seguimos teniendo esa idea formada en el fondo de nuestra mente y creemos firmemente que se pueden encontrar gangas, así que las buscamos. En la lucha contra la decepción por los precios se activa nuestro espíritu de detective y se desencadena una especie de competición con nosotros mismos por encontrar ese típico chollo del que luego podemos presumir delante de nuestros amigos. Puede que no consigamos lo que queríamos en un principio pero a fuerza de buscar encontramos otros artículos que nos parecen aceptables.
Por otro lado, el sólo efecto de comprar ya es una actividad placentera en sí misma. Sea o no tiempo de rebajas, el hecho de entrar en una tienda repleta de cosas nuevas entre las que poder elegir ya nos resulta agradable. Imaginamos que en las tiendas hay objetos para todos, así que suponemos que encontraremos algo que parece que está hecho pensando en nosotros. Y así nos sentimos integrados en la normalidad del mundo, contamos dentro de la sociedad. En realidad, lo que ocurre es que somos nosotros los que nos adaptamos a la variedad que ofrece el mercado y aunque no nos convenza del todo nos termina por gustar porque son las opciones que tenemos.
Mientras buscamos eso que está hecho para nosotros se va creando una tensión en nuestro interior fruto de esa búsqueda. Miramos, tocamos, probamos, nos imaginamos poseedores de ello y cada vez tenemos más ganas de llevarnos lo que hemos elegido. Si tenemos que esperar la cola aparece, otra vez, ese momento de espera que nos impide conseguir el objeto preciado, con lo que se acumula la tensión.
Y finalmente, llega el momento del intercambio: el dinero por el objeto (que nos ha) elegido. Estamos ante la persona que nos cobra, casi siempre, muy amable y atenta y, como somos seres sociales que somos, nos encanta que nos dediquen una sonrisa. La tensión se diluye en la sonrisa del dependiente y por fin nos quedamos con la recompensa que supone el nuevo artículo que hemos adquirido.
Y por si esto no fuera suficiente para tentarnos a acercarnos a las rebajas aún tenemos la guinda del pastel. ¿Cuántas veces hemos tenido la misma conversación acerca de lo que nos hemos comprado en las rebajas? ¿A quién no le han preguntado si ha ido ya o si va a ir? Por no hablar de que para muchos es una actividad de ocio, social o familiar, el “ir de rebajas”.

miércoles, 9 de enero de 2013

¿Pornografía o erotismo?



La revista Interviú fue un icono de la libertad de expresión en la época postfranquista. Se caracteriza por sus vistosas portadas que la mayoría de las veces se declinan más por el lado de la pornografía que del erotismo. Pero, también, se pueden encontrar reportajes de investigación periodística sobre gran variedad de asuntos, que pocas veces tienen algo que ver con la portada.
Esta revista ha publicado recientemente en su portada el desnudo de dos concursantes de un programa de televisión. Una de las concursantes es de mi misma ciudad y he contemplado, con asombro, la repercusión que ha tenido en todos los medios informativos locales o provinciales.
Comprendo que es una noticia que reclama gran cantidad de público y, por tanto, de lectores que al fin y al cabo es lo que se busca; y la importancia la acaban dando los lectores que son quienes la difunden y opinan. Pero, ¿es una información tan importante como para salir en la portada de un periódico? El lugar donde se coloca la noticia es un indicador de la relevancia que se le concede a dicho asunto y, en algunos medios, ha tenido un pequeño hueco en la portada, incluyendo la foto.
No voy a caer en debates morales de si la pornografía es lícita o no, cada uno tendrá su propia opinión y como tal es válida. Lo que sí me gustaría es analizar la repercusión que tiene el sobredimensionar este tipo de noticias sobre la sociedad y sus creencias.
Durante décadas se ha intentado combatir, desde la base, contra una sociedad machista que tiene unas raíces muy arraigadas. Existen multitud de comportamientos y de actitudes de nuestro día a día que lo demuestran comenzando por el reparto de las tareas en los hogares hasta la situación laboral de las mujeres. La dificultad de una mujer por llegar a un puesto laboral de relevancia aún, hoy día, es un hecho tangible. Muchos (y muchas) todavía, no creen que una mujer sea capaz de liderar equipos o de desempeñar labores de gran responsabilidad. Paradójicamente, sus “tetas” sí pueden liderar la portada de una revista que goza de gran popularidad.
Quiero decir con esto que, sin querer, se sigue reforzando el valor de la mujer como un objeto. Cobra de nuevo importancia ese viejo dicho que dice: “tiran más dos tetas que dos carretas”. ¿Significa esto que una mujer sólo puede ejercer su influencia si su físico es deseable? Se afianza, pues, el estereotipo de la “mujer florero” que no suele ser muy inteligente pero adorna. Y como los prejuicios son la información más rápida a la que accedemos y la más fácil de manejar, ese concepto se extiende a todo el colectivo de las mujeres convirtiéndose así en una zancadilla al respeto que se había conseguido hasta ahora.
Por otro lado, ahora generalizando, la prensa erótica y pornográfica va dirigida a un tipo de público y, normalmente, con unos objetivos específicos. En nuestro país, cualquiera que sea mayor de edad puede disfrutar de estos contenidos libremente. Algo que no es para nada reprochable, incluso, puede ser algo positivo siempre que se utilice sin violar los derechos de otros.
Al hablar de derechos, no podemos olvidar a los menores. Como bien es sabido, el consumo de este tipo de material sólo está permitido para los mayores de edad. Sin embargo, cualquier menor puede tener un acceso relativamente fácil, bien sea a través de internet, de prensa escrita o de la televisión. Por eso, al publicar noticias como estas no debemos olvidar que nuestros lectores pueden ser menores. Y, aunque no sean lectores habituales, al difundir la noticia a través de las redes sociales, hay gran cantidad de niños y adolescentes que se pueden topar con la noticia. ¿Es necesario que puedan acceder a estas fotos tan fácilmente? Y la prensa escrita, ¿cuántas veces se queda dando vueltas por las casas durante tiempo y tiempo? Cuando digo esto también me refiero a otro tipo de contenidos como los violentos o imágenes escabrosas.
Para finalizar, propongo una reflexión acerca de qué contenido merece más la pena: el pornográfico o el erótico. Para muchos, lo explícito es lo que interesa porque eso es lo que se busca pero, para otros, el erotismo implica más imaginación y la sugerencia promueve más diversión. ¿Por qué os decantáis vosotr@s?

martes, 8 de enero de 2013

Lluvia de ideas



“Estoy en blanco, no se me ocurre nada. Pasan las horas, los días, las semanas y yo sigo sin una sola idea buena que desarrollar. Me pregunto por qué me comprometería. Tengo tantas cosas que hacer que ni sé por dónde empezar. Y este proyecto que me trae de cabeza… Si es que cuanto más lo pienso menos se me ocurre… ¡Parece que me han vaciado el cerebro!”
A la hora de hacer trabajos que requieran creatividad es necesario tener la mente abierta. La persecución de la mejor idea, paradójicamente, sólo lleva a la cerrazón. Por lo general, las buenas ideas no salen de la nada ni aparecen espontáneamente. Apelar a la inspiración, sobre todo, para cosas importantes, es como jugársela a cara o cruz. Es posible que una persona esté inspirada y tenga grandes ocurrencias. Incluso, nosotros mismos también hemos experimentado esa sensación alguna vez y hemos podido gritar: ¡Eureka!
Si nos fijamos en las condiciones en las que nos ocurre esto, nos daremos cuenta de que es cuando estamos tranquilos, sin ninguna preocupación y disfrutando del momento en que estamos. O puede que estemos en otros quehaceres y, de repente, algo activa nuestro pensamiento y acude a nuestra cabeza aquello que buscábamos. Estas ocasiones, suelen ser las menos propicias porque cuando vamos a plasmarlas ya se nos ha olvidado todo. Por eso, depender de ideas magníficas que nos iluminen el camino es muy arriesgado. Si no aparece nada nos pondremos nerviosos y será menos probable que acuda a nosotros la idea salvadora que esperamos.
Una propuesta para salir del colapso mental es el “brainstorming”, que en castellano se ha traducido como lluvia de ideas. Es una técnica que ayuda a fomentar la creatividad. Este sistema hace que paulatinamente vayamos abriendo la mente para que podamos generar, buscar y encontrar las ideas que nos sirvan. Es un ejercicio muy simple que, normalmente, se emplea para trabajar en grupo pero, también, se puede utilizar de forma individual. Consiste en crear una lista. En ella tenemos que ir anotando todo lo que pase por nuestra imaginación, relacionado o no con el tema, y sin ningún tipo de valoración. Da igual que parezca absurdo, inverosímil, irrealizable, ilógico o de poca calidad. En la primera parte sólo se generan alternativas, después ya habrá tiempo de valorarlas. Probablemente, al principio, sólo acertemos a decir palabras sueltas y, poco a poco, acabemos articulando propuestas más razonables. La lista deberá ser lo suficientemente amplia como para que al final podamos elegir varias opciones entre las que más nos gusten.
La razón por la que hay que anotar cualquier cosa que se nos ocurra es porque así se establece una asociación de ideas. Decimos algo y ese algo nos recuerda a otra cosa y esta a otra más cercana a lo que buscamos. Así, progresivamente vamos elaborando ideas más complejas y de mayor calidad. Es como ir calentando nuestras neuronas, al principio estarán un poco entumecidas pero a medida que vamos pensando se vuelven más ágiles y funcionan con mayor soltura.
Cuando tenemos una lista suficientemente amplia lo más seguro es que ya nos hayamos formado una idea general sobre lo que queremos. Este es el momento de valorar. Seleccionaremos las propuestas que nos interesan y descartaremos las que no nos sirven.
Muchas veces este proceso no funciona porque no se hace bien. Desde el principio, buscamos algo válido y acabamos frustrándonos porque no lo encontramos. A medida que se nos ocurren alternativas vamos desechándolas por considerar que no son lo suficientemente buenas. Así, lo que hacemos es bloquearnos porque no nos estamos dando ninguna pista para avanzar. El ver que no surge nada nuevo nos hace desesperar y sólo conseguimos cerrarnos a la creatividad. Por eso, muchas veces, tenemos que conformarnos con alguna idea que no nos satisface plenamente o con la única que tenemos.
Esta técnica no requiere mucho tiempo y puede aportar gran cantidad de alternativas. Además, la práctica contribuye a desarrollar nuestra creatividad puesto que nos entrena para pensar de forma más ágil. Eso sí, emplear la lluvia de ideas no es infalible ni asegura el éxito. Todo depende de la persona que lo lleve a cabo y del esfuerzo que dedique a su cometido.