miércoles, 9 de abril de 2014

Desaprender para aprender lo nuevo

Desaprender no es un simple borrado en nuestra cabeza. Es dejar atrás una manera de comportarnos que nos ha acompañado a lo largo de toda nuestra vida. Nos cuesta mucho aprender cosas nuevas porque primero tenemos que desaprender lo que hace tiempo nos dijeron que era la única manera de hacer bien algo.
Cuando somos pequeños somos esponjas dispuestas a absorber toda la información que nos rodea. Sin querer, adquirimos más y más conocimientos. Queremos saberlo todo de todas las cosas, por qué ocurren todos esos procesos que a nuestros ojos infantiles resultan tan espectaculares.
Llegamos al colegio y esa curiosidad en muchos casos desaparece bien porque nos sentimos obligados a aprender conceptos que no entendemos, bien porque no nos resulta tan interesante aquello que antes nos fascinaba o bien porque no nos saben transmitir esos conocimientos con la misma ilusión que nosotros le concedíamos.
Además, nos fuimos acostumbrando a que siempre nos dijeran cómo se hacía exactamente cada operación, cada procedimiento, cada ejercicio y sólo había una manera de hacerlo permitiendo, en contadas ocasiones, la alternativa creativa que no se ajustaba a lo establecido.


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Es necesario desaprender para aprender nuevas maneras de actuar en nuestra vida.

Así que nos habituamos a un modelo rígido y estanco de aprender los nuevos conocimientos. Automatizamos esta manera de actuar porque no había otras opciones y, con eso, olvidamos que puede haber espacio para el cambio.
Incluso, nos molesta que aparezca un nuevo estudio o un descubrimiento científico que contradiga lo que ya sabíamos. Solemos decir eso de que “siempre están cambiando de opinión”, que “no se aclaran ni ellos mismos” y que “no hay quien se fíe de los que saben porque lo que hoy está bien mañana está mal”.
Por eso, cuando algo en nuestra vida no es como deseamos y es necesario cambiar nos cuesta mucho tomar la decisión y, mucho más, ponernos en marcha. La costumbre nos da seguridad porque todo sale como esperábamos. Pero cuando eso empieza a fallar es cuando nos sentimos perdidos porque no encontramos una alternativa viable y que nos garantice seguir acertando. Al sentirnos inseguros vamos más lentos y sentimos que no lo hacemos bien, por eso, en bastantes ocasiones desistimos.
Lo que nos suele ocurrir es que partimos de la misma base que teníamos anteriormente. Esa base es rígida y no permite cambios con lo que introducir una modificación sobre algo poco flexible hace que la dificultad sea mayor. Antes o después nos daremos cuenta de que cuando necesitamos hacer cambios en nuestra vida es mejor desaprender; empezar de cero y tomar un rumbo completamente distinto para conseguir una nueva perspectiva que nos deje ver los fallos que tenía nuestra antigua visión.
Desaprender nos da miedo y nos resulta difícil porque implica dejar de lado la visión que hemos mantenido a lo largo de toda nuestra vida. Nos puede dar la sensación de que significa renunciar a esos años de esfuerzo continuo. Sin embargo, se trata de hacer una selección de lo que vale y lo que no. Es como repasar una operación de matemáticas que no nos ha salido bien; si la borramos y la hacemos de nuevo será más fácil obtener el resultado correcto que si lo intentamos corregir sobre los datos ya escritos y erróneos.
Para conseguir desaprender y lograr un verdadero cambio, es mejor abrir nuestra mente y estar atentos y receptivos a cualquier nueva idea por extraña y/o imposible que nos pueda parecer. Si mantenemos los brazos abiertos a las nuevas experiencias, a los nuevos puntos de vista y a los nuevos conocimientos volveremos a ser las esponjas curiosas y ávidas de conocimientos que éramos de niños y dejaremos de lado los prejuicios y la rigidez de tener un único punto de vista y una manera estricta de dirigir nuestra vida. Y esto nos ayudará a ser un poco más felices.

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