Desaprender
no es un simple borrado en nuestra cabeza. Es dejar atrás una manera de
comportarnos que nos ha acompañado a lo largo de toda nuestra vida. Nos
cuesta mucho aprender cosas nuevas porque primero tenemos que desaprender lo que hace tiempo nos dijeron que era la única manera de hacer bien algo.
Cuando somos pequeños somos esponjas
dispuestas a absorber toda la información que nos rodea. Sin querer,
adquirimos más y más conocimientos. Queremos saberlo todo de todas las
cosas, por qué ocurren todos esos procesos que a nuestros ojos
infantiles resultan tan espectaculares.
Llegamos al colegio y esa curiosidad en
muchos casos desaparece bien porque nos sentimos obligados a aprender
conceptos que no entendemos, bien porque no nos resulta tan interesante
aquello que antes nos fascinaba o bien porque no nos saben transmitir
esos conocimientos con la misma ilusión que nosotros le concedíamos.
Además, nos fuimos acostumbrando a que
siempre nos dijeran cómo se hacía exactamente cada operación, cada
procedimiento, cada ejercicio y sólo había una manera de hacerlo
permitiendo, en contadas ocasiones, la alternativa creativa que no se
ajustaba a lo establecido.
Así que nos habituamos a un modelo
rígido y estanco de aprender los nuevos conocimientos. Automatizamos
esta manera de actuar porque no había otras opciones y, con eso,
olvidamos que puede haber espacio para el cambio.
Incluso, nos molesta que aparezca un
nuevo estudio o un descubrimiento científico que contradiga lo que ya
sabíamos. Solemos decir eso de que “siempre están cambiando de opinión”,
que “no se aclaran ni ellos mismos” y que “no hay quien se fíe de los
que saben porque lo que hoy está bien mañana está mal”.
Por eso, cuando algo en nuestra vida no
es como deseamos y es necesario cambiar nos cuesta mucho tomar la
decisión y, mucho más, ponernos en marcha. La costumbre nos da seguridad
porque todo sale como esperábamos. Pero cuando eso empieza a fallar es
cuando nos sentimos perdidos porque no encontramos una alternativa
viable y que nos garantice seguir acertando. Al sentirnos inseguros
vamos más lentos y sentimos que no lo hacemos bien, por eso, en
bastantes ocasiones desistimos.
Lo que nos suele ocurrir es que partimos
de la misma base que teníamos anteriormente. Esa base es rígida y no
permite cambios con lo que introducir una modificación sobre algo poco
flexible hace que la dificultad sea mayor. Antes o después nos daremos
cuenta de que cuando necesitamos hacer cambios en nuestra vida es mejor desaprender;
empezar de cero y tomar un rumbo completamente distinto para conseguir
una nueva perspectiva que nos deje ver los fallos que tenía nuestra
antigua visión.
Desaprender nos da miedo y nos
resulta difícil porque implica dejar de lado la visión que hemos
mantenido a lo largo de toda nuestra vida. Nos puede dar la sensación de
que significa renunciar a esos años de esfuerzo continuo. Sin embargo,
se trata de hacer una selección de lo que vale y lo que no. Es como
repasar una operación de matemáticas que no nos ha salido bien; si la
borramos y la hacemos de nuevo será más fácil obtener el resultado
correcto que si lo intentamos corregir sobre los datos ya escritos y
erróneos.
Para conseguir desaprender y
lograr un verdadero cambio, es mejor abrir nuestra mente y estar atentos
y receptivos a cualquier nueva idea por extraña y/o imposible que nos
pueda parecer. Si mantenemos los brazos abiertos a las nuevas
experiencias, a los nuevos puntos de vista y a los nuevos conocimientos
volveremos a ser las esponjas curiosas y ávidas de conocimientos que
éramos de niños y dejaremos de lado los prejuicios y la rigidez de tener
un único punto de vista y una manera estricta de dirigir nuestra vida. Y
esto nos ayudará a ser un poco más felices.
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