La
rutina es esa de la que escapamos en cuanto podemos. La rutina también
es esa que hace que los días parezcan interminables. Sin embargo,
después de tantos días de fiestas y excesos muchos ya estaban deseando
volver a sus vidas rutinarias y aburridas.
Es
cierto que nos gusta escapar de la rutina como, también, nos gusta
cambiar de aires y desconectar de nuestro día a día. Por eso,
aprovechamos cada ocasión que nos surge para hacerlo marchándonos a
otros lugares o alterando todos los horarios del día cuando estamos
exentos de nuestros quehaceres diarios. Nos gusta y deseamos que lleguen
estos periodos de tiempo tan fervientemente porque no es lo habitual.
Consideramos que son días especiales y procuramos hacer planes
alternativos o realizar todo eso que tanto nos gusta pero que vamos
dejando para cuando tengamos tiempo.
Lo
que ocurre es que en épocas como las navidades hacemos demasiados
planes porque creemos que los días nos darán mucho más de sí y que sólo
es cuestión de organizarse para poder hacerlo todo. Pero no contamos con
las visitas sorpresa, con las reuniones sociales inesperadas, con las
compras de última hora, en fin, con los imprevistos y con el tiempo que
necesitaremos para descansar de tanto ajetreo.
Aprovechamos
a disfrutar de los días sin pensar en nada más, dejándonos llevar por
el momento y lo que surja porque hemos decidido que estos días son de
vacaciones, incluso, aunque en realidad no las tengamos.
Sin embargo, en la misma medida que disfrutamos nuestro cuerpo se altera y se desestabiliza. Por mucho que nos cueste reconocerlo, nuestros organismos necesitan de las rutinas para funcionar correctamente. Estas rutinas son lo que llamamos ritmos biológicos que regulan nuestro sistema nervioso y endocrino.
Nuestro
organismo está habituado a seguir unos horarios de sueño, trabajo,
comidas, descanso, etc. Cuando llegan estas fechas nos lo saltamos y
tenemos un ritmo de vida muy irregular ya que no comemos a la misma hora
casi ningún día, tampoco dormimos el mismo número de horas y, además,
las que dormimos son insuficientes lo que acumula cansancio en nuestro
cuerpo. Se alteran los horarios y el volumen de trabajo tanto para
aumentar como para disminuir. Y quienes viven lejos de sus casas y se
trasladan a sus lugares de origen para pasar las fiestas, además, tienen
que adaptarse a un nuevo lugar con sus rutinas y costumbres diferentes.
Todo
hace que nuestro organismo sufra. La comida excesiva y, normalmente,
pasada de calorías hace que nos sintamos hinchados y saturados. A medida
que pasan los días sentimos la necesidad de cambiar nuestra
alimentación y tomar alimentos más ligeros como verduras o caldos. Pero,
al ver los manjares sobre la mesa, nos dejamos llevar por la gula y
acabamos de nuevo empachados de comida que nos sube la tensión, nos
engorda, nos aumenta el colesterol y el azúcar en sangre, etc.
Además,
por un motivo u otro casi siempre nos vamos tarde a la cama aunque
tengamos que madrugar. Pensamos que es un esfuerzo que vale la pena y
que ya tendremos tiempo de descansar. En cambio, el sueño que perdemos
no lo recuperamos y nuestro sistema endocrino se altera entrando en un
bucle de insomnio, cansancio y malestar general.
Esta
es la razón por la que no somos capaces de pasar mucho tiempo rompiendo
nuestra rutina. Necesitamos un orden no sólo para nuestro día a día
sino para nuestra salud. Por eso, cuando nuestro cuerpo nos está
pidiendo un cambio debemos escucharlo. Probablemente necesitemos ese
cambio para ajustarnos, tanto si es para romper con esa rutina aburrida
por un periodo corto de tiempo como si es para volver a ella.
A pesar de los excesos y todo lo que castigamos
nuestro cuerpo y nuestra salud, tenemos a nuestro favor que este tipo
de ritmos se vuelven regulares con cierta facilidad siguiendo una rutina
adecuada. Así que, ahora que ya han pasado las fechas de los excesos,
podemos retomar esa rutina que ya echábamos de menos y desintoxicar
nuestro organismo para comenzar el año con las pilas cargadas.
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