El phubbing
es un nuevo término que comienza a tomar fuerza, pero sólo el concepto
porque la práctica ya está más que asentada en nuestra sociedad desde
hace bastante tiempo. Proviene de la unión de dos palabras: phone y snubbing
y significaría algo así como ningunear a las personas con las que
estamos mientras nos sumergimos en el maravilloso mundo de nuestro móvil
o Smartphone.
Sin
darnos cuenta, hemos construido un mundo paralelo lleno de relaciones
sociales que parece mucho más completo y, sobre todo, más instantáneo.
Sí, más instantáneo que el “cara a cara” porque éste ha quedado
relegado, para muchos, a los momentos en los que su teléfono inteligente
descansa (claro está, previa comprobación de que sigue funcionando y es
cierto que no hay ningún aviso ni mensaje ni nada que revisar).
El
efecto de compañía constante que proporcionan estos dispositivos es un
hecho pero el efecto real es completamente opuesto. La persona se aísla
del mundo que le rodea y pierde el contacto con la realidad porque esta
otra realidad proporciona efectos positivos constantes. Son pequeños
avisos que nos hacen sentir especiales porque alguien se acuerda de
nosotros aunque sea para mandarnos el típico chiste que comparte con
todo el mundo de forma masiva. Correos que podemos ver rápidamente o
aplicaciones con alertas que a menudo requieren visitas muy cortas. Pero
todos estos pequeños avisos se van juntando y podemos llegar a pasar
más de una hora conectados sin parar.
El
problema es que estas consultas las hacemos delante de las personas que
apreciamos y con las que supuestamente hemos elegido pasar nuestro
valioso tiempo. Porque nuestro tiempo desde luego que es valiosísimo
pero olvidamos que el de los demás también. No somos conscientes de que
mientras nosotros estamos sumidos en nuestro maravilloso “mundo de la comunicación”
con nuestras relaciones sociales otras personas están esperando a que
terminemos o se están preguntando qué hacen en ese lugar mirando para
todos los lados en silencio o hablándole al vacío.
Lógicamente,
esta persona percibe que está perdiendo su tiempo y se siente humillada
porque ve que su presencia es algo anecdótico, como el resto de la
decoración del lugar en que se encuentra. Se planteará si es alguien sin
carisma, sin ninguna importancia, poco interesante o sin recursos para
captar la atención de su acompañante puesto que un objeto le está
arrebatando el protagonismo.
En
algunos casos, puede ser que se enfade y se lo haga saber a su
acompañante pero éste responderá sobresaltado que se trata de una
confusión un tanto exagerada y con gesto de resignación, como quien
accede a las peticiones de alguien caprichoso, lo guardará o lo dejará
cerca para una próxima y urgente comprobación. Así, junto con el
sentimiento de humillación se quedará con el sentimiento de culpabilidad
por creer que se ha pasado y que en realidad no es para tanto.
Otra
opción es que lo dé por imposible y también saque su Smartphone para
sumergirse en ese mundo que le alivia del desaire que está sufriendo.
Cuando la otra persona se dé cuenta pensará que puede aprovechar un poco
más, hasta que acabe el otro y así se iniciará un bucle infinito de
aislamiento e indiferencia.
Pero
¿cuál es el poder que tienen estos dispositivos para captar nuestra
atención de esta manera tan desconsiderada? Entre otros están la
curiosidad, la brevedad de cada alerta, la multitud de estímulos
diferentes, la inmediatez y el efecto placentero que supone la sensación
de formar parte de algo.
Todo
lo que necesitemos está a un clic y, además, sin tener que esperar por
lo que el miedo a que se nos olvide después ya no existe. La brevedad
engañosa y la gran variedad de estímulos distintos hacen que no nos
cansemos porque siempre hay algo diferente y nuevo que, uno por uno, no
tardamos en gestionar.
La
curiosidad que nos produce que suene o vibre nuestro móvil ya que no
sabemos qué es exactamente a no ser que lo revisemos, por eso nos cuesta
tanto resistirnos y demorar la comprobación.
Y,
finalmente como ya dije, el placer que supone para nosotros que alguien
o algo se haya acordado de nosotros, es decir, sentir que formamos
parte de un grupo, que somos tenidos en cuenta y que ocupamos los
pensamientos de otros. Todo eso nos hace sentirnos importantes y
refuerza nuestra autoestima. Pero es una autoestima digital porque, por
otro lado, todo lo que aportamos y nos aporta el mundo real, mientras
tanto, nos lo hemos perdido.
*Os dejo una divertida campaña para combatir el phubbing: Stop Phubbing y también comparto un vídeo relacionado con este concepto y con la campaña.
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