Las
vacaciones son ese período de tiempo que deseamos que llegue durante
todo el año y que, cuando llega, sucede tan deprisa que apenas nos
permite acariciar la sensación de libertad de horarios y de
responsabilidad en nuestra vida. Tanto es así que puede llegar a
causarnos una depresión al volver al trabajo.
¿Son
necesarias las vacaciones? Todos, sin lugar a dudas, diríamos que sí.
Pero, lo cierto, es que muchas personas no tienen vacaciones o creen que
no se pueden permitir unos días de descanso. Este es el caso de
personas que tienen trabajos inestables o que están desempleadas o,
incluso, quienes se encargan de la casa, es decir, los amos y las amas
de casa.
Las
vacaciones son un tiempo para desconectar de nuestras rutinas diarias y
de nuestras preocupaciones. Pasamos las semanas yendo a trabajar o
planificando nuestras horas para que nos dé tiempo a cumplir con todas
nuestras obligaciones semanales: el trabajo, las compras, la casa, los
hijos, etc. Sólo pensamos en el fin de semana que pasa como un suspiro y
muchos tan siquiera lo pueden disfrutar porque sus horarios incluyen
estos días entre su jornada laboral. Así es que la vía de escape se
sitúa en las vacaciones.
Las vacaciones nos sirven para contactar con otros aspectos de nuestra vida y otras personas que nos aportan nuevos puntos de vista. |
Ponemos
todas nuestras expectativas en el periodo de las vacaciones porque son
más días y podemos llevar a cabo todo aquello que nos gustaría hacer y
no podemos durante el resto del año.
Por
un lado, pensar en las vacaciones nos aporta un punto de evasión en
medio del estrés diario porque pensamos que todo el esfuerzo que estamos
haciendo a diario tendrá su recompensa. Esto nos motiva y nos da
fuerzas para continuar con las rutinas semanales mientras planeamos qué
nos gustaría hacer cuando tengamos nuestro periodo de descanso bien
merecido.
Por
otro lado, cuando llegan de verdad podemos abandonar nuestros horarios
estrictos, muchas de nuestras responsabilidades y nuestra planificación
milimetrada. Es como si dejáramos de presionar a nuestro cerebro con los
deberes de cada día, le quitáramos la correa y le dejáramos campar a
sus anchas. Esta es una de las razones por las que a veces nos duele la
cabeza en nuestro tiempo libre, lo que se denomina cefalea de fin de
semana. Se produce un efecto rebote al pasar de niveles elevados de
estrés a un estado de calma mental absoluta.
En
nuestro tiempo de descanso no necesitamos ir a otros lugares si no
podemos aunque cambiar de escenario también nos ayudará bastante. Lo que
de verdad importa es cambiar nuestro ritmo de vida a uno que nos
permita relajarnos.
Podemos
aprovechar para hacer actividades que en otros momentos no podemos por
falta de tiempo o incompatibilidades horarias. El ocio pasa a ser la
prioridad y las exigencias quedan a un lado. Podemos olvidarnos de
planificar cada segundo de las siguientes veinticuatro horas y dejarnos
llevar un poco más por la improvisación. Es el momento perfecto para
comer cuando nos apetece, olvidarnos de la hora de ir a la cama,
desconectar el despertador, pasar el tiempo que queramos en la cama…
Cada día puede ser una aventura o un tiempo lleno de experiencias
positivas.
Además,
las vacaciones son un tiempo perfecto para retomar el contacto con
personas que nos resulta difícil ver durante el resto del tiempo o
conocer a otras personas, compartir momentos de ocio e intercambiar
ideas y experiencias que nos ayudar a contemplar otros puntos de vista.
Aunque la mayoría aprovecha las vacaciones para viajar a otro lugar no siempre se puede. Sea donde sea, es conveniente disfrutar de actividades dinámicas para desconectar mejor conseguir un grado de relajación y descanso mayor. |
Es
más recomendable tener unas vacaciones activas, en las que nos movamos
que quedarnos en casa a descansar todo el tiempo porque si bien el
cuerpo descansa nuestra cabeza no. Si no tomamos contacto con otros
aspectos de nuestra vida no romperemos con la rutina y no nos servirá de
descanso. La falta de estimulación y de experiencias gratificantes nos
llevará, inevitablemente, a nuestra propia rutina apática de la que nos
resultará difícil salir hasta que terminen las vacaciones y volvamos a
nuestro día a día.
Además,
la inmovilidad hace que no percibamos una sensación de descanso
completa porque perderemos resistencia física. Cada vez necesitaremos
más descanso físico y cuando tengamos que movernos nos costará más, con
lo que la sensación de cansancio irá en aumento.
En
resumen, para aprovechar mejor las vacaciones lo ideal es romper con
las rutinas y horarios, aprovechar para entrar en contacto con otros
aspectos de nuestra vida tanto en cuestión de actividades como de
entorno social y tratar de evitar la completa inactividad que nos lleve a
la apatía.
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