Si pensamos en un psicópata a todos nos viene a la cabeza la imagen de algún famoso asesino como Charles Manson, Jeffrey Dahmer, Ted Bundy… o nos acordamos de Jack el Destripador (Jack The Ripper). Es decir, definiríamos a un psicópata
como un asesino, por lo general en serie, sin escrúpulos y que acaba
con la vida de alguien sin ninguna razón aparente o por puro placer.
Nuestro pensamiento nos lleva, además, a suponer que un psicópata
también es un sádico que disfruta con el sufrimiento de los demás.
Podría
ser así pero un psicópata tiene una cualidad que lo distingue del resto
de los seres humanos que es la ausencia de remordimientos, o
conciencia, y la ausencia de empatía, es decir, la incapacidad de
ponerse en el lugar de los demás y comprender sus emociones.
Los
remordimientos y la empatía son cualidades que nos hacen tener
compasión y escrúpulos. Es lo que nos impide que seamos personas poco
civilizadas y respetemos al resto de seres humanos.
Un
psicópata muestra un desprecio por las normas sociales y por las leyes.
Ni siquiera piensa en los perjuicios posteriores que le puede acarrear
su conducta antisocial. Se mueve por sus propios impulsos y deseos
aunque en la mayoría de los casos no es capaz de tener un proyecto vital
continuo y bien elaborado, por eso su vida suele ser un vaivén.
Las
personas antisociales son personas mentirosas, capaces de cualquier
cosa por conseguir sus objetivos, literalmente. Se creen perfectos y se
sienten superiores a los demás y con derecho a manipularlos. Además, son
muy carismáticos, suelen ser muy buenos conversadores, entretenidos,
con respuestas rápidas que denotan una inteligencia alta. Debido a esta
personalidad tan atrayente son capaces de engañar a casi todo el mundo,
especialmente a los más débiles. Saben interpretar el papel necesario
para que otros se lo crean y acaben siendo sus títeres hasta que dejan
de tener interés para el psicópata.
Todas
las mentiras y actos ilegales o inmorales no suponen una mala
conciencia para ellos ya que si les pillan no les importa ni se
avergüenzan en absoluto, incluso, se pueden sentir orgullosos por ese
sentimiento de superioridad que les rodea. Cuando se detectan sus
mentiras cambian toda la historia como si nada dejando ver gran cantidad
de contradicciones, lo cual no les preocupa.
Pero
no sólo existen los psicópatas que asesinan a otras personas. Hay otro
tipo de personalidades antisociales que se denominan psicópatas de
“cuello blanco”. Estas personas son psicópatas que, por sus
características y su historia personal, suelen tener un alto status
social, una buena educación y una conducta más o menos adaptada. Estas
personas llegan a ocupar cargos importantes y llegan a hacerse con el
control de muchas personas, organizaciones, instituciones o regiones más
o menos extensas, incluso países o continentes enteros.
Los psicópatas carecen de empatía y de remordimientos |
Al
igual que el resto de los psicópatas, los de cuello blanco buscan el
propio beneficio y el propio placer sin importarles lo que les rodea.
Sus objetivos, por lo general, suelen ser subir puestos y ganar estatus
social y económico. Son muy ambiciosos y nunca tienen suficiente por eso
siempre buscan llegar un paso más allá valiéndose de cualquier medio.
Esto implica que pueden utilizar a las personas a su antojo y después
dejarlas en la estacada. Suelen arruinar la vida de quienes son víctima
de su juego ya que si dejan de resultar de utilidad quedan completamente
desprotegidos y, si se crea alguna tensión o enfrentamiento, pueden
buscarles toda clase de perjuicios. Para ello no suelen cometer delitos
de sangre, al menos por sus propias manos; se valen del chantaje y la
manipulación y utilizan su poder y su influencia para buscar el
perjuicio de los otros.
Lejos
de lo que podamos pensar, la personalidad antisocial no es algo extraño
y difícil de encontrar ya que los psicópatas representan entre un 1 y
un 3 por ciento de la población.
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