miércoles, 22 de enero de 2014

Identidad virtual o quiénes decimos ser

¿Realmente somos quienes decimos? Nuestra identidad virtual no tiene por qué ser la misma que nuestra identidad en la vida real. El mundo virtual tiene unas características completamente distintas a las del mundo físico.
En el mundo físico nos relacionamos con personas que están presentes en el mismo lugar que nosotros pero en el mundo virtual podemos contactar con cualquier persona del mundo que tenga internet.
Cada uno de nosotros tiene una personalidad que le distingue y le hace único. Esta personalidad es un conjunto de rasgos que nos llevan a comportarnos y a pensar de una determinada manera. Podríamos decir que nuestra personalidad es cómo somos.
Además, nuestra historia de vida, nuestras ocupaciones diarias y quienes nos rodean son parte importante a la hora de definirnos. Todo esto, en su conjunto, nos da un concepto de cómo y quiénes somos que es nuestra identidad.
Sin embargo, la identidad virtual es mucho más concreta. Se basa en momentos particulares que son aquellos en los que estamos conectados a la red. Así, podemos crearnos una identidad virtual que no tiene nada que ver con nuestra personalidad ni con nuestra identidad en el mundo físico. Esto es posible por el anonimato que da internet. Desde esta posición podemos hacer multitud de cosas buenas y malas que no nos atreveríamos a hacer delante de un público que puede criticarnos o que puede enfrentarse a nosotros.
En internet esto es distinto. Nadie tiene por qué contactar con nosotros físicamente y podemos decir o hacer todo lo que queramos sin miedo a ser criticados, censurados, o rechazados. Si a alguien no le gustamos es muy posible que ni siquiera nos demos cuenta porque no se tomará la molestia de decírnoslo y, tampoco, veremos su actitud hacia nosotros. La vergüenza es menor pero, también, puede ser menor la moralidad.

identidad virtual
Podemos invertar cientos de identidades virtuales en la red.
Otro aspecto es la disponibilidad y la cercanía de oportunidades. Podemos utilizar internet y nuestra identidad virtual para todo lo que queramos porque se nos ofrecen todas las posibilidades a un solo clic. Por eso, están tan de moda las redes sociales como Linkedin, Twitter, Google+Facebook, Badoo, etc. Estas plataformas se utilizan, especialmente, para hacer contactos profesionales, buscar nuevos amigos, encontrar una pareja o tener sexo gratis (o, al menos, intentarlo).

Las identidades virtuales tienen su origen en las comunidades online de juegos en red o de chats y en los juegos de avatares como los Sims en los que podíamos dotar de personalidad y de vida propia a un personaje. Esta vida acaba siendo una expresión de cómo nos gustaría ser y el tipo de vida que querríamos tener sin los inconvenientes que nos encontramos en la vida real. Es el espacio donde podemos expresarnos sin miedo y sin obstáculos.
 Construirse una identidad virtual, bien utilizada, sirve para crearnos una reputación en la red. Esto nos sirve para dar a conocer nuestras capacidades y promocionar lo que mejor sabemos hacer. Aunque parece paradójico, el anonimato nos da seguridad al mostrar esta nueva identidad virtual. Si ganamos popularidad podemos llegar a tener una cierta relevancia en internet que, bien aprovechada, nos puede aportar muchos beneficios.
Sobre todo, en el ámbito laboral, lo ideal sería trasladar esta identidad y esta reputación hacia el mundo físico. Tratar de relacionarnos de una manera más cercana con esos contactos que hemos creado y tratar de demostrar lo que realmente valemos.
El riesgo que tienen las identidades virtuales es que podemos terminar por confundir nuestra verdadera identidad y dejar de lado nuestra vida real. Cuanto más tiempo pasamos conectados a internet menos tiempo pasamos con las personas de carne y hueso. Y distanciarnos de nuestra red social física supone aislarnos. Si cada vez nos separamos más puede que provoquemos que desaparezca y en el momento que nos quedemos sin conexión nos veamos solos en el mundo.
Lo mejor es integrar nuestras dos identidades para sacarles el máximo partido y construir una identidad personal que saque lo mejor de nosotros.

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