La
revista Interviú fue un icono de la libertad de expresión en la época
postfranquista. Se caracteriza por sus vistosas portadas que la mayoría de las
veces se declinan más por el lado de la pornografía que del erotismo. Pero, también,
se pueden encontrar reportajes de investigación periodística sobre gran
variedad de asuntos, que pocas veces tienen algo que ver con la portada.
Esta
revista ha publicado recientemente en su portada el desnudo de dos concursantes
de un programa de televisión. Una de las concursantes es de mi misma ciudad y
he contemplado, con asombro, la repercusión que ha tenido en todos los medios
informativos locales o provinciales.
Comprendo
que es una noticia que reclama gran cantidad de público y, por tanto, de lectores
que al fin y al cabo es lo que se busca; y la importancia la acaban dando los
lectores que son quienes la difunden y opinan. Pero, ¿es una información tan
importante como para salir en la portada de un periódico? El lugar donde se
coloca la noticia es un indicador de la relevancia que se le concede a dicho
asunto y, en algunos medios, ha tenido un pequeño hueco en la portada, incluyendo
la foto.
No
voy a caer en debates morales de si la pornografía es lícita o no, cada uno
tendrá su propia opinión y como tal es válida. Lo que sí me gustaría es
analizar la repercusión que tiene el sobredimensionar este tipo de noticias
sobre la sociedad y sus creencias.
Durante
décadas se ha intentado combatir, desde la base, contra una sociedad machista
que tiene unas raíces muy arraigadas. Existen multitud de comportamientos y de
actitudes de nuestro día a día que lo demuestran comenzando por el reparto de
las tareas en los hogares hasta la situación laboral de las mujeres. La
dificultad de una mujer por llegar a un puesto laboral de relevancia aún, hoy
día, es un hecho tangible. Muchos (y muchas) todavía, no creen que una mujer
sea capaz de liderar equipos o de desempeñar labores de gran responsabilidad.
Paradójicamente, sus “tetas” sí
pueden liderar la portada de una revista que goza de gran popularidad.
Quiero
decir con esto que, sin querer, se sigue reforzando el valor de la mujer como
un objeto. Cobra de nuevo importancia ese viejo dicho que dice: “tiran más dos tetas que dos carretas”.
¿Significa esto que una mujer sólo puede ejercer su influencia si su físico es
deseable? Se afianza, pues, el estereotipo de la “mujer florero” que no suele ser muy inteligente pero adorna. Y como
los prejuicios son la información más rápida a la que accedemos y la más fácil
de manejar, ese concepto se extiende a todo el colectivo de las mujeres convirtiéndose
así en una zancadilla al respeto que
se había conseguido hasta ahora.
Por
otro lado, ahora generalizando, la prensa erótica y pornográfica va dirigida a
un tipo de público y, normalmente, con unos objetivos específicos. En nuestro
país, cualquiera que sea mayor de edad puede disfrutar de estos contenidos
libremente. Algo que no es para nada reprochable, incluso, puede ser algo
positivo siempre que se utilice sin violar los derechos de otros.
Al
hablar de derechos, no podemos olvidar a los menores. Como bien es sabido, el
consumo de este tipo de material sólo está permitido para los mayores de edad. Sin
embargo, cualquier menor puede tener un acceso relativamente fácil, bien sea a
través de internet, de prensa escrita o de la televisión. Por eso, al publicar
noticias como estas no debemos olvidar que nuestros lectores pueden ser
menores. Y, aunque no sean lectores habituales, al difundir la noticia a través
de las redes sociales, hay gran cantidad de niños y adolescentes que se pueden
topar con la noticia. ¿Es necesario que puedan acceder a estas fotos tan
fácilmente? Y la prensa escrita, ¿cuántas veces se queda dando vueltas por las
casas durante tiempo y tiempo? Cuando digo esto también me refiero a otro tipo
de contenidos como los violentos o imágenes escabrosas.
Para
finalizar, propongo una reflexión acerca de qué contenido merece más la pena: el
pornográfico o el erótico. Para muchos, lo explícito es lo que interesa porque
eso es lo que se busca pero, para otros, el erotismo implica más imaginación y
la sugerencia promueve más diversión. ¿Por qué os decantáis vosotr@s?
Creo que vas demasiado lejos en tu opinión. Es muy estereotipada. Seguramente en una sociedad avanzada no plantea nadie si detras de unas bonitas glándulas mamarias hay o no un gran profesional. He tenido muchas jefas, y nunca me ha pasado que su ineptitud (gracias a Dios inexistente) se refugie detrás de un físico de atractivo, erótico, sugerente, bonito, o como quiera llamarse. Hay profesiones en que esto no es posible. Quzás en televisión, en el circo o en una tienda. En un quirófano, por ejemplo, es inviable.
ResponderEliminarTe felicito por tus artículos, invitan a buenas reflexiones.
Saludos,
Daniel Caralt.
Muchas gracias por tu comentario,Daniel.
EliminarEn realidad, en tu comentario veo que compartes la misma opinión que yo...
En el artículo he tratado de distinguir el mundo de lo "visual" y estético que parece que es lo que domina (tristemente), del mundo real en el que todos vivimos pero tanto nos cuesta aceptar a veces. Parece que necesitamos refugiarnos en este tipo de valores o creencias sobre la importancia de la imagen y la mujer como objeto sexual que no permiten avanzar a la sociedad. Y eso es lo que critico, las "zancadillas" que se ponen al mundo real en que tarde o temprano todos tenemos que aterrizar porque lo que de verdad cuenta es la profesionalidad que una persona tiene en su trabajo independientemente del sexo. Lo malo es que aún hoy hay personas que tienen estereotipos muy marcados y a veces tienen una influencia muy grande en la sociedad. Ya me gustaría a mi decir que los que ven telebasura son los menos... Y dime, ¿qué tipo de valores transmiten?
Simplemente pienso que deberíamos tener un poco de cuidado a quién le damos credibilidad y por quién nos dejamos educar porque, aunque no seamos niños, la TV y los medios de comunicación influyen y mucho en nuestras creencias de base. No digamos lo que ven los niños de manera indiscriminada, sea TV, internet, videojuegos...
También quiero aclarar que con valores y creencias no me refiero a la religión (¡en absoluto!) sino a las ideas que aprendemos desde pequeños y que nos forman como personas y contribuyen a nuestra autoestima. Esos valores son los que dirigen nuestra manera de ver la vida y de comportarnos. En teoría esas creencias deberían ayudarnos a ser mejores personas pero muchos de esos valores son estereotipos que nos ponen trabas a la hora de relacionarnos con otros y con nosotros mismos y aceptarlos/aceptarnos.
De nuevo, gracias por comentar, Daniel.
Un saludo.