Existen
multitud de especies animales que se pueden tener en una casa como mascota.
Desde las más típicas como los perros o los gatos, que históricamente han
convivido con los humanos en las casas, hasta los animales más exóticos como
los cerdos vietnamitas, los escorpiones o los tritones.
¿Qué
supone tener un animal en casa? Responsabilidad pero también compañía. Como es
bien sabido, antes de adoptar o comprar una mascota lo primero es conocer las
características y peculiaridades que pueda tener. Y, lo segundo, es estar
seguro de que, pase lo que pase, se va poder atender en todo momento.
Tener
una mascota en casa nos ayuda a mantener vivo nuestro sentido de la
responsabilidad. Un animal no puede valerse por sí mismo por lo que necesita de
nuestra atención a diario y varias veces en el mismo día. Ya que se encuentra
en nuestro hogar éste se convierte en su hábitat con lo que no puede obtener
comida por sí mismo ni tampoco puede salir de casa como cualquiera de nosotros.
Debemos asegurarnos de cubrir sus necesidades primarias de supervivencia.
Además,
también hemos de educarlos, especialmente en determinados casos. Si conviven
con nosotros y forman parte de nuestra vida tendremos que enseñarles lo que
pueden hacer y lo que no. Esto requiere, por nuestra parte, tener clara la idea
de disciplina y ser firmes, además de ser pacientes y persistentes. Quizá no
requiera mucho tiempo a largo plazo pero, al principio, sí que será un proceso
constante en el que deberemos estar muy atentos y ser firmes en aquello que
queramos permitir a nuestra mascota. Si somos laxos e inconsistentes en un
primer momento, el trabajo de la educación de nuestro animal de compañía se dilatará
en el tiempo y no será fácil de concluir.
En
una familia debe haber un dueño claramente establecido. Todos en la casa deben
educar a la mascota pero, por encima de todo, debe sobresalir el dueño a quien
obedecerá antes que al resto de los miembros familiares y a quien, en caso de
duda o incongruencia, recurrirá el animal. Esto es un dato a tener en cuenta
porque no siempre quien se hace cargo de su cuidado es a quien el animal
reconoce como su dueño.
Y,
¿qué nos aporta tener un animal de compañía en casa? Además de todo el trabajo
y la incomodidad que supone tener un ser vivo en casa que parece un eterno bebé,
existen otros aspectos positivos que le ganan la partida a lo negativo. Una
mascota puede ser una fuente de bienestar para las personas. Si cuidamos
adecuadamente de ellos nos veremos recompensados por el cariño y la
incondicionalidad que nos muestran. Principalmente algunas especies, son muy
cariñosas y sensibles a los afectos con lo que sentiremos una reciprocidad en
la interacción con ellas.
Dedicar
un esfuerzo a cuidarla y educarla aumenta nuestra autoestima porque al ver el
resultado somos conscientes de que lo hemos hecho bien y que ha valido la pena.
Nos sentimos útiles porque somos capaces de cuidar a otros con lo que, se
supone, que también lo podemos hacer con nosotros mismos. Además, ese cariño
que nos demuestran nos hace sentirnos queridos y parte importante en la vida de
un ser vivo.
Por
otro lado, el hecho de tener que hacernos cargo de todas sus necesidades supone
que aprendamos a organizarnos y a gestionar nuestro tiempo mejor para que esté
bien atendido. Pero, también, que podamos hacer nuestros deberes como ir a
trabajar o dedicar tiempo a nuestro autocuidado.
Además,
una mascota nos hace compañía porque interactúa con nosotros y nos obliga a
ponernos en marcha. Muchas veces estamos aburridos y no sabemos qué hacer.
Tener un animal en casa nos fuerza a salir a la calle para pasearlo y su
demanda de atención nos evade de nuestros propios pensamientos. Jugar con él
hace que las preocupaciones desaparezcan aunque sea por un breve periodo de
tiempo. Nuestra atención se aleja de lo negativo y nos permite disfrutar de una
actividad agradable que nos recarga las pilas. Lo podríamos considerar como un
efecto antidepresivo natural.
A
pesar de los beneficios y posibilidades de aprender y crecer como personas
debemos tener claro que tener con nosotros un animal de compañía no puede
suponer una fuente de estrés. Por ejemplo, si es un regalo o un capricho de
otra persona no debemos asumir su cuidado como una obligación sino que
deberemos reconducir la responsabilidad a su verdadero dueño. Si se trata de un
regalo para nosotros debemos estar seguros de que lo queremos y, una vez que lo
hayamos decidido, afrontar todos los inconvenientes que pueda conllevar.
Si
no estamos seguros de ello, podemos dejarnos superar por el agotamiento y el
estrés y comenzar una mala relación con nuestra mascota que puede terminar en
el maltrato o en el abandono, lo que repercutirá negativamente en nuestro propio
autoconcepto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario