miércoles, 29 de febrero de 2012

El camino de los deseos


Todos tenemos grandes metas con las que soñamos. Son objetivos que nos fijamos y dedicamos buena parte de nuestras vidas a conseguirlos. Es más, nuestra vida está llena de aspiraciones. El hecho de designarlo con el nombre de meta significa que existe un camino que debemos recorrer para llegar al destino final. Estas metas son lo que se denominan objetivos a largo plazo ya que para lograrlo necesitamos mucho tiempo, desde varias semanas o meses hasta algunos años.
A la hora de proponernos un objetivo lo primero que debemos hacer es saber exactamente lo que queremos. No sirven las generalidades como, por ejemplo, querer un cambio o querer ser feliz. Por supuesto, si nos planteamos un objetivo es porque queremos un cambio. Y qué decir de la felicidad, todo el mundo aspira a ser feliz. El cambio es lo que tenemos que llevar a cabo para conseguir un objetivo. La felicidad, ¿no la perseguimos todos los días? ¿La felicidad es una meta a largo plazo o es inmediata? ¿En qué consiste la felicidad? Es decir, las generalidades no nos dicen nada porque son ideas frágiles que están ahí, van y vienen pero no nos aportan nada. Definir un objetivo significa saber qué es lo que queremos con todo tipo de detalles, cuantos más mejor.
A continuación, nos toca pensar en cómo lo podemos conseguir. Elegir el camino para lograr la meta de la forma más eficaz posible. Para ello, debemos pensar en todas las alternativas posibles. A mayor cantidad de alternativas mayor probabilidad de encontrar la mejor. Podemos hacer un listado con todas las ideas que nos vengan a la cabeza porque, aunque no sean muy importantes, es posible que aparezcan variantes de ésta que sí sean más adecuadas. Es la misma situación que cuando nos disponemos a hacer un viaje largo. Buscamos el itinerario para no perdernos y siempre existen varias rutas: el más rápido, el más seguro, el más corto… No salimos a la carretera y esperamos guiarnos exclusivamente por los paneles informativos. Al establecer metas es igual. Una vez generadas todas las alternativas debemos valorar cada una de ellas. Desecharemos las que no sirven y reservaremos las que nos parezcan más importantes para tomar la decisión final. Las personas eligen la opción que más le gusta según su propio criterio y sus prioridades. A unos les gustará más la sencillez, a otros la dificultad y a otros la practicidad. Todo será perfectamente válido.
Definido nuestro objetivo y decidido lo que vamos a hacer para conseguirlo ya sólo nos queda ponernos en marcha. Como todo camino siempre hay dificultades que debemos salvar para continuar. Por eso, no debemos rendirnos nunca ante cualquier contrariedad. Al igual que los viajes largos, es obligatorio hacer paradas cada cierto tiempo para descansar. Nuestro camino hacia nuestras grandes metas suele durar varios años. Así es, que si nos proponemos conseguir algo en un plazo de dos, tres, cinco años, etc. deberemos tomarnos algún respiro. Es fácil que nos cansemos porque las cosas no salen como nosotros habíamos planeado. Existen imprevistos con los que no habíamos contado y puede que nos estemos dejando llevar por sucesos distractores. Si no nos damos cuenta, paulatinamente, nos iremos apartando de nuestro objetivo final, aquél que habíamos elaborado con tanta ilusión. Para prevenir esto y poder integrar los imprevistos existen otro tipo de metas. Son los objetivos a medio y corto plazo.
Los objetivos a corto plazo son los que nos fijamos casi de manera inmediata, por ejemplo, diariamente. Todos los días repasamos qué es lo que hemos hecho y si estamos satisfechos. Conseguir este tipo de metas es esa sensación de irnos a la cama tranquilos con la idea de haber hecho bien las cosas y felicitarnos por ello. Esto nos ayuda a levantarnos al día siguiente con el ánimo suficiente para afrontar las próximas veinticuatro horas.
Las metas a medio plazo son un alto en el camino. Sirven para evaluar el tramo que hemos recorrido hasta el momento y ver lo que nos queda aún por hacer. Aquí es donde deberemos valorar si seguimos en la dirección adecuada o nos estamos desviando. También podemos hacer una redefinición de objetivos si vemos que no era eso lo que buscábamos. Si decidimos que el camino que llevábamos no nos parece el más adecuado éste es el momento de elegir otra alternativa más atractiva o eficiente.
No olvidemos que los tres tipos de metas (a largo, medio y corto plazo) son indispensables para conseguir realizar nuestros sueños y aspiraciones en la vida. Es importante hacer pequeños descansos para valorar nuestros actos. Debemos felicitarnos por lo que hacemos bien y reflexionar sobre nuestros fallos para no caer de nuevo en ellos.
Todo esto nos ayudará a seguir nuestro camino en la vida y continuar en los momentos más difíciles.

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