Los
adolescentes aún creen en el amor romántico. Los adolescentes… y,
también, muchos adultos. Tenemos la idea de que el amor romántico es el
príncipe azul, perfecto, que se ocupa de la mujer para que nada le
falte, que es romántico y que acompaña siempre, siempre a su mujer. Por
supuesto, la mujer debe esperar a que llegue este príncipe azul y que la
corteje.
Los
tradicionales roles de género siguen muy instalados en nuestra sociedad
y aún creemos en los cuentos idílicos de príncipes que rescatan a
princesas porque ellas no saben defenderse por sí mismas.
El
hecho de que los dos miembros de la pareja estén siempre juntos a pesar
de todo y de todos a veces se confunde con el control y con una
creencia bastante irracional: “si nos queremos tenemos que estar siempre
juntos” que lleva a pensar que “si no está conmigo es que no me quiere”
y de ahí pasamos al “si no me quiere seguro que está buscando a otros
(u otras)”. Con lo que ante estas ideas no nos queda más remedio que
sentirnos inseguros y dejar que afloren los celos. Y, una vez que
afloran, aparece el control, las exigencias y los castigos por la desobediencia.
Debido
a que las mujeres han sido a lo largo de la historia el objeto pasivo
de la relación también están más acostumbradas a quedarse en su jaula de
cristal mientras que el príncipe azul va a buscarse la vida. Por lo
tanto, el problema fundamental viene cuando ellas salen de su pecera y
se incorporan a la vida real, donde ya no son un objeto pasivo sino que
tienen iniciativa, deseos, ilusiones, metas, etc. En consecuencia, el
príncipe tiene que duplicar o triplicar sus esfuerzos para tener
controlada a su, hasta entonces, Bella Durmiente.
Puede
que esto nos suene anacrónico y fuera de lugar, algo pueril y simple.
Pero la realidad es que este cuento que parecía ya superado parece
reflotar en los adolescentes de hoy en día. El último informe que ha
realizado el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad
al respecto, indica que vuelven a aflorar las ideas machistas y que los
y las adolescentes comparten muchas de estas ideas que se engloban bajo
el “mito del amor romántico”.
Sigue
habiendo acoso, control de la otra persona, aislamiento social e,
incluso, violencia física, sexual y emocional. Existe un elemento
poderoso que constituye un arma fundamental en este proceso de malos
tratos hacia la pareja, internet.
Aprendimos
lo que era el bullying y luego lo que era el ciberbullying o acoso
cibernético. Simultáneamente, esto se ejerce también sobre las parejas
adolescentes de forma que tienen que rendir cuentas de lo que hacen
constantemente vía chat o demostrándolo con fotos o videollamadas. Por
increíble que parezca, existen aplicaciones donde podemos comprobar
dónde está un determinado dispositivo a través de la geolocalización.
Y
cuando se produce un instante de incomunicación aparece el acoso como
tal, en la que el miembro controlador de la pareja insulta, desprecia en
privado y en público (a través de redes sociales) o amenaza al otro
convencido de que le está siendo infiel y riéndose en su propia cara.
Seguramente
nos preguntemos cómo es posible que esto ocurra a distancia. Cuando
constantemente alguien está obligado a dar explicaciones y las da sin
problemas porque “los celos son una muestra de amor” se queda sin tiempo
para otras cosas con lo que se va apartando de sus amistades. Si
progresivamente va perdiendo su red social y sólo sale cuando queda con
su pareja ese control se convierte en un alivio porque aún tiene a
alguien con quien contar y ese alguien, además, es su príncipe azul.
Las
amenazas y los ataques de celos sólo le dan que pensar que no lo está
haciendo bien y se esfuerza por darle más y más pruebas de amor que son
más derechos sobre su intimidad.
Por
otro lado, las amenazas son cada vez más fuertes y en cualquier momento
la pareja puede presentarse en casa y hacerle algo. Y cuando están
juntos le revisa el teléfono, el correo, los mensajes, las fotos, etc.
de arriba abajo para comprobar que se ha portado bien en su “ausencia”.
Por supuesto, quien lo decide es quien controla así que si algo no le
parece correcto todo esto se incrementará pudiendo llegar a los golpes.
Este
proceso comienza siendo normal por aquello de los celos y el amor
verdadero y, cuando deja de serlo, se encuentra en un agujero sin fondo
con la sensación de que es imposible salir de él.
**A continuación se enlazan los informes del Ministerio para que quien esté interesado pueda consultar la investigación realizada.