Funcionaria,
trabajadora por cuenta ajena, autónoma, desempleada, joven, madura, inmigrante
o emigrante. Cualquiera de nosotras puede tener un sueño por realizar. A todos
nos gustaría ponernos en marcha y conseguirlo. Unas veces resulta fácil porque
se trata de algo sencillo que forma parte de un pasatiempo pero otras requiere
arriesgarse.
¿Qué
ocurre cuando nuestro sueño es iniciar un negocio? La mayoría de las veces lo
desechamos porque nos asusta y lo consideramos algo irrealizable, algo así como
hacer castillos en el aire. Si lo pensamos un poco más, acabamos por analizar
fríamente las opciones y desistimos porque estamos muy ocupadas y no tenemos
tiempo, nuestra edad no es la adecuada por ser poca o por ser mucha, ya tenemos
otro trabajo al cual no estamos dispuestas a renunciar porque bastante nos ha costado llegar donde estamos,
no tenemos los medios ni el talento suficiente, es muy arriesgado en estos
tiempos, no será viable o nadie nos apoya.
Al
final, lo que prima es la inseguridad de no creer que podamos llevar a cabo un
proyecto viable que nos resulte rentable y que pueda constituir una fuente de
ingresos extra o la base de nuestro sustento.
Cada
una de nosotras tiene un talento o unas habilidades que sobresalen sobre las
demás y, a veces, no nos dedicamos profesionalmente a ello. Bien porque no
hemos tenido la oportunidad o bien porque no creemos que nuestra habilidad sea
muy útil.
Lo
primero de todo es saber qué es lo que nos gusta hacer o tener un “sueño”
claro. Debemos darle forma y pensar en una manera de realizarlo. Quizá empezar
por convertirlo en un hobby sea el mejor comienzo. Desarrollar nuestra destreza
o nuestro plan, darle forma mediante un posible proyecto y ver su viabilidad.
Una vez que tenemos claro lo que queremos y cómo lo queremos es hora de moverse
(un poco más). Desperezarse y buscar una manera de hacerlo real mediante la
recogida de la mayor cantidad de información posible.
Cuando
se trata de cosas manuales que nosotros podemos hacer lo mejor es empezar por
realizar pequeños trabajos y darlos a conocer mediante nuestros conocidos y a
través de todos los medios que tengamos a nuestra disposición. Y el recurso que
más alcance tiene y que menos costes nos va a producir es internet, mediante un
blog o una página web.
Si
se trata de un negocio que requiere de un local es el momento de buscar los
posibles lugares donde podríamos establecernos, sea en diferentes poblaciones o
diversos tipos de locales.
De
esta manera podremos comprobar las ventajas y los inconvenientes que tiene cada
una de las opciones que manejamos pero de una manera más objetiva. Este punto
de vista tiene la ventaja de que así se pueden solventar las dificultades que
se nos presentan sin desanimarnos.
Cuando
ya tenemos una idea real de la posibilidad de poder llevar a cabo nuestro
proyecto es el momento en el que deberían entrar en juego de verdad nuestras
inseguridades y nuestros temores. Antes no tiene sentido porque no hemos hecho
más que permanecer en el espacio de nuestros deseos y sueños. En esa zona no
hay ninguna amenaza para nuestra persona ni para nuestra seguridad, ni siquiera
para nuestra estabilidad emocional. ¿Por qué? Porque lo único que hemos hecho
es poner en marcha nuestra cabeza y darle cuerda a nuestra creatividad. Sin miedo
es como podremos diseñar lo que de verdad queremos, sin ponernos trabas que
desconocemos si llegarán.
Sin
embargo, una vez que hemos tomado la decisión de si seguir adelante o quedarnos
en un mero proyecto es cuando pasamos a la zona del riesgo. Es en este punto
donde tendremos que evaluar si realmente nos puede merecer la pena. Ahora
tenemos datos reales porque hemos recopilado gran cantidad de información y
hemos desarrollado nuestro plan con sus pros y sus contras. Al verlos de una
manera real podemos afrontar los posibles problemas y ver si tienen una
solución o si podemos modificar el plan para solventar esas dificultades que
aparecen. Es decir, es más fácil que combatamos nuestra inseguridad con
argumentos reales o con datos objetivos. Si nos dejamos llevar por la
inseguridad desde el principio, quien estará gobernando la dirección de nuestro
pensamiento será el miedo y sus argumentos serán muy difíciles de rebatir
porque no hemos investigado si son reales y, por tanto, nos moveremos
constantemente en una zona de incertidumbre sin objetividad, lo cual reforzará
nuestra inseguridad.
¿Quién
nos da la seguridad? Nosotras. La mayoría de las veces hablamos por hablar
sobre lo que nos gustaría pero en nuestro discurso estamos utilizando un tono
que le quita seriedad. Empleando esta actitud somos nosotras mismas quienes
estamos echando por tierra nuestro sueño. Eso significa que si se lo contamos a
otras personas utilizando ese mismo discurso no resultará creíble y nadie nos
tomará en serio.
Por
lo general, estamos acostumbrados a ser excesivamente realistas acogiéndonos a
una necesidad de optimizar el tiempo y hacer
el cuento de la lechera lo asemejamos con perderlo irremediablemente. Como,
supuestamente, nuestro es tiempo es oro no podemos permitirnos el lujo de
fantasear… ¡no vaya a ser que tengamos una buena idea! Pero, ¿cuánto tiempo
perdemos dedicándolo a nuestros miedos y a que gobiernen nuestras decisiones?
Si soñamos y sale mal, al menos, lo habremos intentado pero si ni siquiera
probamos, permaneceremos eternamente en el reino de la incertidumbre gobernado
por el miedo.
Si
le contamos a alguien nuestro deseo o nuestro proyecto caben dos opciones, que
nos apoyen o no. Si nos apoyan será un motivo más a tener en cuenta y una
fuerza extra para llevar a cabo nuestra empresa. Si no, ¿qué problema hay en
que no nos apoyen? ¿Quizá estamos empleando ese tono poco convincente? ¿O es
que los demás son aún más temerosos que nosotras? En todo caso, también es un
motivo más a tener en cuenta porque vale la pena dar un ejemplo de valentía y
porque buscaremos con más ahínco la forma de conseguir nuestra meta. No
necesitamos el apoyo de nadie porque nadie va a realizar nuestro sueño por
nosotras, si no dejaría de ser nuestro sueño.
Pero en nuestra
búsqueda incesante de la seguridad que necesitamos para seguir adelante siempre
surgen dudas.
¿Seremos capaces de
lograrlo? Necesito saber si esto va a
funcionar. ¿Cómo lo vas a saber? Si todos los que emprenden una aventura
supieran cómo iba a terminar seguramente no la empezarían porque ya no tendría
emoción. Disfrutar del proceso, muchas veces, es mejor que lograr el resultado
porque durante ese trayecto se aprenden cosas de un valor incalculable que
pasarán a formar parte de nuestra vida y de nuestra persona. Sólo por eso, ¿no
merece la pena ya intentarlo?
Pero
los riesgos son demasiados y lo puedo perder todo.
En todo nuevo proyecto hay que asumir riesgos pero también se pueden medir. Si
ya tenemos un trabajo podemos empezar por compatibilizarlo, aunque resulte muy
cansado en un principio. Iremos probando para ver si es viable o no. Si no
tenemos trabajo el riesgo de perder el que ya teníamos no existe. Está el
riesgo monetario que parece que es el que más duele. Siempre se puede empezar
aportando una cantidad pequeña o buscar la manera de que, en caso de que no
salga bien, la pérdida sea lo menor posible. Se puede valorar la posibilidad de
un traspaso, de vender lo que adquirimos, empezar con algunos recursos de
segunda mano, etc. Si no necesita un lugar físico, al menos por el momento, se
puede empezar poco a poco mediante el boca a boca y el trabajo bajo pedido.
¿Y
si realmente mis habilidades no son tan buenas como pienso?
Sólo hay una manera de comprobarlo, haciéndolo. La práctica es la única manera
de mejorar nuestro desempeño y nuestras habilidades. Y la actitud es una parte
tan importante o más que la aptitud. Si de antemano pensamos que no podemos,
entonces no merece la pena que lo intentemos porque nosotras mismas vamos a buscar,
inconscientemente, la justificación de nuestra falta de habilidad. Si partimos
con una actitud benevolente hacia nosotras mismas nos estamos dando la
oportunidad de demostrarnos que lo podemos conseguir. Y al final, quien
persigue su sueño casi siempre lo alcanza o se queda muy cerca para poder
volver a intentarlo.
¿Y
si después de todo fracaso? Piensa detenidamente en qué es el
fracaso: ¿Intentarlo y no conseguirlo o quedarse atrapado en la incertidumbre
viendo las oportunidades pasar siendo víctima de la inseguridad y el temor?
A veces los castillos
en el aire no son sino cometas que podemos manejar con sorprendente destreza.
Así que a la pregunta
del título podemos responder sin miedo que nos quedamos con las dos opciones:
primero soñadora y luego emprendedora.
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