La
pesadilla de las mujeres (y de los hombres) es envejecer. Parece que las
arrugas son el signo más visible y en lo primero que nos fijamos cuando vemos
al resto de las mujeres.
En
realidad, este es el menor de los cambios que experimenta una mujer a lo largo
de su vida. El paso del tiempo es ineludible y a todos nos afecta desde que
nacemos. Quizá uno de los momentos más importantes para las mujeres es la
llegada de la menopausia.
En
torno a los cuarenta y cinco años llega un momento en el que comienza a
alterarse la menstruación. Aparecen señas en el cuerpo que indican un nuevo
cambio y esta vez mucho más marcado. De repente la temperatura corporal se
altera y se siente un calor agobiante que hace enrojecer en muchas ocasiones y
que no deja dormir en gran cantidad de noches. La menopausia consiste en un
cambio hormonal que efectivamente afecta a nuestro cuerpo y a nuestra mente.
Indica el fin de la edad fértil pero no es el fin de nada más.
Aunque
los cambios sean más visibles porque se dan mucho más rápido que el resto de
las transformaciones que sufre nuestro organismo no significa que sean
terribles. Probablemente aumente el peso corporal y será más difícil volver a
perderlo porque la piel y los músculos no son tan flexibles como antes. El
flujo vaginal se verá reducido y será importante tenerlo en cuenta a la hora de
tener relaciones sexuales.
El
aumento de peso se puede controlar con una dieta equilibrada y con ejercicio
físico que, además, activa el cuerpo ayuda a que se mantenga flexible. Y la
sequedad vaginal se puede combatir perfectamente con lubricantes que pueden
aportar un nuevo aliciente a los momentos íntimos con la pareja.
Uno
de los puntos más importantes será la prevención de la osteoporosis, ya que a
partir de este momento ya no se retiene el calcio como antes y se pierde mayor
cantidad de la que se aporta. Esta es otra razón importante para cuidar la
alimentación.
Los
cambios hormonales puede que afecten también al estado de ánimo volviéndose más
sensible y susceptible pero no es lo que determina que una mujer en plena
menopausia caiga en depresión o se sienta más ansiosa que de costumbre.
La
razón por la que ocurre esto es por el hecho de ver que ya no es tan joven y
que los cambios parecen llegar a una velocidad vertiginosa. Aunque se sepa el
proceso es diferente el conocimiento a sentirlo en el propio cuerpo. Se
necesita tiempo para asimilar todos estos cambios y ver que sigue siendo la
misma.
Puede
aparecer el temor a no ser tan deseada por la pareja y sentirse fea, gorda y vieja. ¿Pero acaso ese
mismo pensamiento no lo tuvieron las que estuvieron embarazadas? ¿Y qué fue lo
que ocurrió?
La
sequedad vaginal puede afectar a las relaciones sexuales volviéndose todo un
poco más lento. Si esto se percibe como algo muy negativo se convertirá en una
obsesión y generará ansiedad, lo que dificultará un verdadero disfrute. Pero no
será debido a la parte física sino a la psicológica. Con ello, crecerá la
inseguridad y se complementará con las dudas acerca de su atractivo físico. Si
nos dejamos llevar se convertirá en una espiral negativa que nos sumirá en la
depresión y creeremos que no valemos nada.
En
realidad podría ser un buen momento para aprovechar a mimarse un poco más. Ya
no existen tantas obligaciones en casa puesto que los hijos, si los hay o si
viven en casa, ya son mayores y no necesitan atención constante. Es una gran
ocasión para retomar aquellas cosas que se quedaron apartadas en la juventud
por falta de tiempo y para darse pequeños (¡o grandes!) caprichos que hacen que
cada día sea algo más especial.