Llegan
 las vacaciones escolares. Los niños están cansados pero se frotan las 
manos porque durante casi tres meses van a poder hacer lo que les venga 
en gana. Los padres están asustados porque les esperan unos meses de 
descontrol y de lucha constante por la convivencia diaria las 
veinticuatro horas del día con sus hijos.
En
 realidad, las vacaciones escolares no tienen por qué convertirse en una
 batalla. Es aconsejable llegar a un punto medio en el que ni los 
adultos se agobien ni los niños se descontrolen por completo. Es cierto 
que los niños, al igual que los adultos, necesitan las vacaciones para 
descansar del estudio, de los madrugones, deberes y exámenes que han 
tenido durante nueve meses. Pero no sólo esto, también necesitan 
descansar del esfuerzo de cumplir una rutina y unas normas estrictas 
cada semana.
Por
 eso, el verano sirve para que experimenten otro tipo de rutinas y otro 
tipo de normas que suelen ser más flexibles. No es bueno que los niños 
en verano tengan libertad absoluta para todo lo que les apetezca ya que 
pueden pasar muchas horas al día solos debido a que los padres siguen 
trabajando. Por eso, lo fundamental es flexibilizar los horarios del 
curso pero mantener unos horarios de verano para no crear un descontrol 
muy grande.
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| Las vacaciones escolares deben ser un tiempo para disfrutar de los hijos y no para agobiarse. | 
Si
 se tiene opción a ir a campamentos ya sean con convivencia fuera de 
casa o urbanos durante la jornada laboral de los padres es conveniente 
hacer uso de este recurso. Los niños no pierden contactos sociales y se 
acostumbran a ver a otras personas. Se fomentan las habilidades sociales
 y la independencia y responsabilidad personal. El contacto social con 
otros niños les abrirá nuevas puertas. La posibilidad de experimentar 
siguiendo sus propios intereses es mayor por lo que las vacaciones 
escolares son un momento clave en el desarrollo psicológico de los 
niños.
Además,
 así se evita que se pasen largas horas viendo la televisión y delante 
del ordenador y/o la videoconsola. Durante las vacaciones escolares es 
bueno poner especial cuidado en fomentar la actividad física porque es 
una época muy propicia para la inmovilidad por el calor y la falta de 
obligaciones.
Tampoco
 debemos pretender que tengan todo su tiempo ocupado con clases y 
actividades como en el periodo escolar. Ya que tenemos más tiempo para 
estar con los niños es una buena ocasión para compartirlo con 
actividades de ocio como salir al campo, ir a la piscina, llevarlos al 
parque, hacer visitas culturales o, simplemente, jugar con ellos a sus 
juegos favoritos.
Lo
 principal es perder el miedo, no agobiarse por tener a los niños todo 
el día en casa y disfrutar de su compañía. Así, aprenderemos muchas más 
cosas sobre ellos y reforzaremos su confianza en nosotros. No tiene por 
qué ser más trabajo para los padres. Podemos enseñarles a realizar las 
tareas de la casa y que ellos vayan cumpliendo con sus 
responsabilidades, que se hagan cargo de su habitación, de tener 
recogidos sus juguetes, su ropa y que colaboren con otras tareas de la 
casa acordes con su edad. Si bien, esto debería hacerse durante todo el 
año, durante las vacaciones es más fácil porque tienen más tiempo y es 
menos agobiante para todos. De esta manera, les enseñaremos a ser más 
responsables y sentirse parte importante de la casa y su organización.
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Por
 otro lado, no es mala idea que pasen alguna temporada con abuelos, 
tíos, primos, etc. para que aprendan otros tipos de convivencia y 
costumbres y toleren la separación de los padres. Sin embargo, al menos 
una parte de las vacaciones, es aconsejable que los padres las pasen con
 sus hijos.
Podemos
 preguntarnos si es bueno que los niños sigan estudiando o hagan deberes
 durante el verano. Respecto a este punto podemos preguntarnos si 
nosotros seguimos trabajando cuando estamos de vacaciones. Y, si 
nosotros lo hacemos, si verdaderamente nos deja descansar. Podemos 
encontrar multitud de maneras de hacer que los niños no pierdan lo 
aprendido durante el año con juegos, libros de lectura y cuadernillos de
 vacaciones pero, siempre, desde un punto lúdico, sin exigencias y sin 
saturarles con multitud de ejercicios y cursos.
Las
 vacaciones escolares de los niños nos pueden servir para acercarnos a 
los hijos y disfrutar de ellos. Será más favorable para nosotros ver 
esta época como una oportunidad en vez de verlo como un problema.
 
 
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