En
España existe una ley que ayuda a las personas dependientes y lo hace desde
varios aspectos bien sea con prestaciones económicas, con servicios de
teleasistencia o poniendo a disposición de los usuarios lugares donde pasar un
tiempo o vivir.
Pero
esto no es la panacea. Primero, porque en el caso de algunas personas muy
mayores que podrían solicitar algún tipo de ayuda, la rechazan por preferir
estar en su propia casa y hacerse cargo de ella porque eso les hace sentirse
útiles.
Otros,
por desconocimiento o desconfianza también la rechazan, aunque la necesiten.
Algunas personas, no llegan a cumplir los criterios necesarios para solicitar
este tipo de ayudas y, en ocasiones, estos servicios no son suficientes por el
tipo de problemas que pueda tener la persona. Eso sin contar los recortes de
esta ley…
La
realidad que nos encontramos es que, en muchos casos, es necesario que un
familiar se haga cargo de la persona dependiente y, en otros, los propios
familiares son los que prefieren tener cerca a sus allegados.
La
mayoría de las veces, esto deriva en una situación de cuidado y atención
constante que casi siempre suele recaer en una mujer. Hacerse cargo de alguien
que no puede valerse por sí mismo es algo parecido a una maternidad sólo que
sin la parte bonita. No hay bajas durante unas semanas y la persona no crece,
puede que todo lo contrario, que sus funciones y capacidades se vayan perdiendo
como en las enfermedades degenerativas o en ciertos trastornos del desarrollo.
Además,
puede que la persona que se queda al cuidado de su familiar tenga un trabajo
que le gustaría seguir manteniendo con lo que debe compaginar las dos funciones
e integrarlas perfectamente en su vida.
La
atención constante repercute en la calidad de vida del cuidador o cuidadora. El
cansancio termina por aparecer y va haciendo mella, de manera que se refleja en
su salud física y psicológica. Unido al cansancio, también va la falta de
tiempo para todo. La dedicación exclusiva a cuidar o cuidar y trabajar hace que
poco a poco los momentos de ocio vayan disminuyendo. El tiempo de sueño puede
que también se vea afectado y la necesidad de descansar se convierte en
primordial pero no hay tiempo para eso. Muchas veces los escasos momentos en
que puede liberarse consisten en minutos que se aprovechan para dormitar o
sentarse un rato en el sofá, si no es para acabar de resolver algo que estaba
pendiente.
Todo
esto, conlleva un aislamiento del entorno social y una pérdida de actividades
lúdicas tan necesarias para reponer fuerzas. La pérdida de amistades por falta
de tiempo supone también una pérdida de apoyo social y no dedicar un tiempo
para cuidar de uno mismo, hace que nuestra autoestima se vaya resintiendo
porque no somos capaces de captar las propias necesidades. El estrés empezará a
pasar factura y comenzarán las dolencias físicas junto con la depresión y la
ansiedad. Ese malestar se puede transmitir a la persona que se está cuidando de
manera que se puede sentir enfado hacia ella. Culpabilizar a la persona
dependiente de todos los problemas del cuidador hace que se genere
resentimiento y odio hacia esa persona lo que puede llegar a derivar en
situaciones de maltrato.
Para
evitar llegar a esta situación, es importante seguir contando con una red de
apoyo adecuada y hacer uso de todos los recursos que estén al alcance. También
sería conveniente que el resto de la familia se implique en el cuidado de ese
familiar dependiente y que sepamos guardar un tiempo para desconectar. Realizar
actividades que aporten bienestar y que sirvan para “recargar las pilas” y
salir del entorno saturado de preocupaciones y tensión. De esta manera, se
rompe el círculo de sentimientos negativos y se puede afrontar cada día con más
ánimo. Además, esto repercute en la autoestima que a la vez se refuerza, en
lugar de ir perdiendo valor por la situación negativa.
Y
por supuesto, no tener miedo al “qué
dirán por irme a pasármelo bien mientras tengo a mi (hijo, padre, madre,
marido, etc.) aquí en casa sin poder valerse por sí mismo”. La mayoría de
las veces esto es lo que más daño nos hace a nosotros mismos y lo que peores
sentimientos nos crea.
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