La
tasa de paro supera el 25% de la población activa, lo que supone que nos
acercamos a los seis millones de personas desempleadas. Son cifras abrumadoras
que no dan lugar a mucho optimismo. Esta situación, genera un estado de
frustración y temor constante, no sólo en las personas que no tienen empleo,
sino, también, en las que lo tienen ya que pueden perderlo en cualquier
momento. Pero, en especial, esto afecta a aquellos que llevan mucho tiempo sin
encontrar un trabajo.
Ello
contribuye a que muchos hombres comiencen a pensar que la “culpa de todo la
tienen las mujeres porque les quitan el trabajo”. “Que antes no había tantos
problemas como ahora y que el número de empleos no crece y hay demasiada gente
queriendo trabajar”.
Estas
ideas suenan a otro tiempo, no muy lejano, en el que se escuchaban voces que
argumentaban que los inmigrantes venían a nuestro país a quitarnos el trabajo a
los de aquí. Ahora, como muchos de ellos han tenido que volver a su país cuando
han visto que España no es un paraíso, ni mucho menos, nos encontramos con que
la situación no ha mejorado para nada.
¿Qué
hacer entonces si esto no mejora y ya no hay inmigrantes a quien echar la
culpa? Habrá que buscar otro chivo expiatorio que nos dé alguna razón para
soportar esta situación tan caótica. Siguiendo la escala de los más débiles las
siguientes son las mujeres. Después de luchar tanto tiempo para conseguir la
integración en el mercado laboral, ahora parece que no fue tan buena idea.
En
los momentos difíciles si no tenemos un motivo que nos explique la situación
que vivimos nos sentiremos mucho más perdidos y no podremos generar ninguna
solución ni expectativa de cambio. Por eso, necesitamos teorizar y buscar una
razón que nos parezca medianamente verosímil. Normalmente, se buscan personas o
colectivos que no están asentados del todo o que se consideran más débiles para
hacerles cargar con la culpa de las desgracias. De esta manera nos sentimos
algo más aliviados y nos creemos que puede haber una salida a los problemas.
En
este caso son las mujeres porque se encuentran en el siguiente escalón de los colectivos
“débiles”. Para reforzar este
razonamiento se recuperan todos los prejuicios y las ideas del patriarcado y se
fortalecen aún más que en otros tiempos porque es necesario que tengan
suficiente consistencia como para que se convierta en una explicación general.
Y cuanta más aceptación tenga más convencidos estaremos de ello y menos
necesitaremos buscar explicaciones o soluciones alternativas que antes no
encontramos.
No
sólo los hombres son quienes aceptan esta explicación. Las mujeres se sienten
débiles porque aún no han consolidado su posición en el mundo laboral. Eso les
crea inseguridad y hace que se pregunten muchas veces si realmente se merecen su
empleo o que se sientan mal cuando ellas tienen trabajo y sus parejas están
desempleadas. De manera subyacente esas ideas están presentes en el entorno de
todos y, paradójicamente, lo que hacen es frenar las posibles soluciones que se
puedan plantear.
Por
otra parte, los altos cargos están ocupados, en su mayoría, por hombres y esta
situación se acentúa cuanto más avanzamos en las jerarquías. Las mujeres, en gran
parte, acaban ocupando cargos sin responsabilidad o secundarios. Sin embargo,
se ha demostrado que cuando son mujeres quienes ocupan los altos cargos de la
jerarquía en las empresas el funcionamiento es mejor y la productividad aumenta.
No obstante, seguir ese razonamiento supone dejar a un lado nuestras creencias machistas
que tan bien asentadas están en nuestra sociedad y cambiar nuestro sistema de
valores de manera radical. Algo para lo que la sociedad no se siente capacitada
ni se sentirá mientras aquellos que se encuentran en el poder se sigan
aferrando a su egoísmo y teman que se les desplace si dan una oportunidad a la
igualdad real.
Es
más, podemos recordar cómo no hace mucho tiempo surgieron opiniones de
políticos (hombre ¡y también mujeres!) que actualmente están en el gobierno de
la nación y de las comunidades autónomas defendiendo la vuelta de la mujer a
sus labores en el hogar como medida para combatir el paro.
¿Qué
ejemplo se está dando y qué ideas estamos reforzando? Con ello lo que se
consigue es echar por tierra las medidas de igualdad, ya de por sí muchas veces
irrisorias. ¿O es que no somos conscientes de la precariedad de la maternidad,
de la falsa conciliación laboral o de los permisos de maternidad-paternidad y
excedencias que si se solicitan se corre el riesgo de perder el empleo?
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